martes, 27 de septiembre de 2016

¿COMO MANEJAR EL ESTRÉS?


Aprendamos del maestro de maestros, Jesucristo, El, constantemente estuvo bajo presión. Sufrió presiones de tiempo; rara vez gozó de privacidad; siempre lo interrumpían; las personas, en repetidas ocasiones, lo malinterpretaron, lo criticaron y lo ridiculizaron. No obstante, al considerar la vida de Cristo, rápidamente descubrimos que permaneció en paz aun bajo presión. Poseía una tranquilidad en su vida que le permitía lidiar con el exceso de estrés. ¿Cómo logró hacer esto con tanto éxito? Él fundamentó su vida sobre las bases firmes del manejo del estrés. Si lográramos entender y aplicar estos principios a nuestras vidas, podríamos experimentar menos estrés y más tranquilidad emocional.

Primera base, IDENTIFÍQUESE: SEPA QUIÉN ES






Jesús declaró: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12). «Yo soy la puerta» (10:9); «Yo soy el camino, la verdad, y la vida» (14:6); «Yo soy el buen pastor» (10:11); «Yo soy el Hijo de Dios» (10:36). ¡CRISTO SABÍA QUIÉN ERA! Este es el principio de la identidad. Esto es de suma importancia en el manejo del estrés porque si usted no sabe quién es, otro tal vez se lo dirá, desde su propia perspectiva. Si usted ignora su identidad, permitirá que otros le manipulen y presionen para que sea alguien que no es. Mucho del estrés que experimentamos en la vida viene como resultado de aparentar ser alguien que en verdad no somos.
La primera manera de controlar el estrés en mi vida es adquirir un equilibrio interno en cuanto a lo que soy. Y SÉ QUIEN SOY CUANDO SÉ A QUIÉN PERTENEZCO. Soy hijo de Dios. No fui puesto en la tierra por accidente, sino con un propósito. Dios me ama profundamente. Soy acepto ante Dios. Él tiene un plan para mi vida, y debido a que me creó, soy de mucho valor.
Y como él lo puso aquí, usted es significativo. Para poder lidiar con el estrés, necesita saber quién es usted. Y hasta que logre controlar este asunto, la inseguridad lo va a presionar.

Segunda base, DEDÍQUESE: SEPA A QUIÉN TRATA DE AGRADAR


El segundo principio del manejo del estrés en la vida de Cristo se halla en Juan 5:30: «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió». Este es el principio: SEPA A QUIÉN TRATA DE AGRADAR. Usted entiende que no puede agradar a todo el mundo, porque en tanto lo logre con un grupo, otro se disgustará con usted.
Cuando uno no conoce a quién está tratando de agradar, se rinde ante tres cosas: LA CRÍTICA (porque le afecta lo que otros piensen de su persona), LA RIVALIDAD (porque le preocupa que otro le lleve la delantera), y EL CONFLICTO (porque se siente amenazado cuando alguien discrepa de uno). (Mateo 6:33). Esto significa que si me dedico a agradar a Dios, eso simplificará mi vida. Siempre haré lo correcto, a pesar de lo que piensen los demás. Nos encanta atribuirles a otros, la causa de nuestro estrés: «Tú me obligaste...», «Debo...», «Tengo que...» En realidad, hay pocas cosas en la vida (sin mencionar el empleo) que tenemos que hacer. Cuando decimos: «Tengo que hacerlo, «Debo hacerlo», «Necesito hacerlo», realmente estamos diciendo «Escojo hacerlo, porque no deseo pagar las consecuencias», difícilmente podrá alguien obligarnos a hacer algo, de manera que no podemos culpar a otro de nuestro estrés. Cuando nos encontramos bajo presión, decidimos permitir que otros nos presionen. No somos víctimas a menos que permitamos que las exigencias de los demás nos presionen.

Tercera base, ORGANÍCESE: SEPA LO QUE TRATA DE LOGRAR


Aquí tenemos el tercer principio de Jesucristo para lidiar con el estrés: « sé de donde he venido y a dónde voy» (Juan 8:14).
Cristo declaró: «Sé de dónde he venido y a dónde voy». A menos que planifique su vida, y fije prioridades, experimentará la presión de lo que otros consideren importante. Todos los días usted vive de acuerdo a las prioridades o a las presiones. No hay otra opción. O decide lo que es importante para su vida o permitirá que otros se lo dicten. Usted establece las prioridades o vive con las presiones. Es muy fácil actuar bajo la tiranía de la urgencia, Estar ocupado no necesariamente resulta productivo. Organizarse y prepararse adecuadamente le reduce el estrés porque usted está consciente de lo que es, a quién trata de agradar y qué es lo que desea lograr como meta. Fijarse objetivos claros simplifica la vida en gran manera. Dedique unos minutos para hablar con Dios diariamente. Consulte su agenda del día y decida: «¿Realmente querré ocupar un día de mi vida de esta manera? ¿Estaré dispuesto a cambiar estas veinticuatro horas de mi vida en pro de estas actividades?»

Cuarta base, CONCÉNTRESE: ENFÓQUESE EN UNA COSA A LA VEZ





Al menos unas cuantas personas procuraron desviar a Jesús de su plan. Trataron de distraerlo de su meta en la vida. Al amanecer el día, Jesús se dirigía a un lugar para estar solo. Aun allá, la gente lo buscaba y al encontrarlo «procuraban detenerlo para que no se fuera» (Lucas 4:42). Él intentaba irse, pero ellos trataban de hacerlo quedarse. Así respondió Jesús: «Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto fui enviado» (v. 43). Este es el principio de la concentración. Jesús era prominente en esta área. Por lo visto, todos procuraban interrumpirlo; todos tenían un plan alterno para él. Pero les respondía: «Lo siento, necesito seguir avanzando hacia mi meta». Él persistió en hacer lo que sabía que su Padre le había encomendado: predicar acerca del reino de Dios. Y estaba decidido a lograrlo. Fue persistente. Concentró todos sus esfuerzos en ello. Cuando nos concentramos, resultamos eficientes. Si uno concentra la luz sobre una hoja seca a través de una lupa, la hoja se encenderá en llamas. La luz sin una lupa no tiene efecto, es el vidrio que concentra el haz de luz lo que produce energía. Jesucristo no permitió que las interrupciones le impidieran concentrarse en su meta; no permitió que otros le causaran tensión, estrés o disgusto.

Quinta base DELEGUE: NO LO HAGA TODO USTED MISMO


Un día «subió Jesús a una montaña y llamó a los que quiso, los cuales se reunieron con él» (Marcos 3:13). Designó a doce hombres, a quienes había nombrado apóstoles, para que lo acompañaran y así enviarlos a predicar. En otras palabras, delegó su autoridad.
Use el principio de delegar. ¿Sabe por qué nos ponemos tensos y nos afanamos? Porque creemos que todo depende de nosotros. Aquí estoy, Atlas, cargando con las inquietudes del mundo entero, todos sobre mis hombros. Si por desgracia las suelto, el mundo se desarmará. Pero cuando en verdad lo hago, ¡el mundo no se derrumba! Jesús reclutó y entrenó a doce discípulos para que lo ayudaran con la carga. Delegó su trabajo. Involucró a otras personas. ¿Por qué no delegar el trabajo? ¿Por qué no involucrar a otros? Hay dos razones. La primera es el perfeccionismo. «Si deseo que salga bien hecho el trabajo, tendré que hacerlo yo mismo». Simplemente no tenemos tiempo para hacerlo todo. Es una actitud verdaderamente egoísta la que dice: «Nadie, pero nadie, puede hacer esto como yo». ¿Cree usted que Jesús hubiera hecho un trabajo mejor que aquellos discípulos? Por supuesto que sí. No obstante, les permitió hacerlo a pesar de que él lo habría hecho mejor. Necesitamos dejar que otros cometan algunos de esos errores. ¡No les robe la oportunidad de aprender!

Sexta base, MEDITE: HAGA DE LA ORACIÓN PERSONAL UN HÁBITO


Jesús se levantaba «muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro... y se fue a un lugar solitario» para orar (Marcos 1:35) La oración es un gran aliviante para el estrés. Es una herramienta dada por Dios para dejar salir sus ansiedades. No importa lo atareado que se encontrara Jesús, para él era costumbre pasar tiempo a solas con Dios. Si Jesús apartaba tiempo para la oración cuando se encontraba ocupado, ¡cuánto más será necesario orar para usted y para mí!.
Gran parte de nuestros problemas se origina en nuestra incapacidad para quedarnos quietos. Simplemente no sabemos cómo estar quietos. Casi nadie puede estar sentado en un vehículo, por más de 5 minutos, sin encender la radio. ¿Si usted entra a su casa y se da cuenta que está solo, qué es lo primero que hace? (Probablemente, encienda el televisor.) El silencio nos incomoda. Pero Dios dice: «Quédense quietos, reconozcan que yo soy su Dios» (Salmo 46:10). Una razón por la que muchos no conocen a Dios de una manera personal es que no pueden estar quietos.
Necesitamos empezar nuestras mañanas con oración, tal como lo hizo Jesús, y a lo largo del día hacer una pausa y orar de nuevo, para recargar nuestras baterías espirituales.

Séptima base RECRÉESE: HAGA TIEMPO PARA DISFRUTAR LA VIDA


En cierta ocasión, los doce se reunieron alrededor de Jesus para informarle todo lo que habían hecho y enseñado. Como muchas personas llegaban y se iban, ni siquiera tuvieron oportunidad de comer. Así que Jesús les dijo: «Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco» (Marcos 6:31). Jesús observó a estos hombres que laboraron duramente sin descanso y dijo: «Ustedes se merecen un descanso hoy. Vamos a descansar. Tomémonos un tiempo de reposo».
Una razón por la que Jesús podía lidiar con el estrés era porque sabía cuándo tomar un descanso. A menudo se dirigió a las montañas o al desierto solo para relajarse. El descanso y la recreación no son opcionales en la vida.
Pablo escribió que Dios ha provisto todo abundantemente para que lo disfrutemos (1 Timoteo 6:17). El equilibrio en la vida es clave para tratar el estrés.

Octava base: ENTRÉGUELE SU ESTRÉS A CRISTO


Jesús dice: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana» (Mateo 11:28-30). Jamás podrá disfrutar de completa paz mental a no ser que tenga una relación con el Príncipe de Paz. Jesús dijo: «Yo les quiero dar descanso. Yo soy el alivio para el estrés. Cristo puede transformar su estilo de vida de uno estresado a otro satisfecho. La raíz principal del estrés proviene de procurar vivir nuestras vidas aparte de aquel que nos creó, de dirigirnos por nuestras propias sendas, y de ser nuestros propios dioses. ¿Qué necesita usted? Si nunca le ha entregado su corazón a Cristo, necesita una transformación. Déle su vida con todo su estrés a él y dígale: «Señor, dame una vida nueva. Reemplaza la presión que experimento con la paz que tú ofreces. Ayúdeme a seguir tus principios para lidiar con el estrés».




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