viernes, 2 de septiembre de 2016

COMO ME RECUPERO





Un padre de familia estaba tratando de dormir su siesta un domingo por la tarde en la sala de su casa, mientras su pequeño hijo lo molestaba continuamente diciéndole: “Papi, estoy aburrido”. Tratando de buscar la forma de entretenerlo, su padre tomó de un periódico una foto del mundo, la cortó en casi cincuenta pedazos y le dijo:
“Hijo, este es un rompecabezas. Quiero que lo armes”. Luego se acostó para terminar su siesta, pensando que por lo menos dormiría de una hora y media a dos. Habían pasado apenas quince minutos cuando su hijo lo despertó diciendo: “Papi, ya terminé. Ya está armado”. El padre sabía que su hijo no conocía todas las posiciones de los países y cosas como esas, por lo que era imposible que lo hubiera terminado tan pronto, así que le preguntó: “¿Cómo lo hiciste?” El niño contestó: “Papá, había una foto de una persona en el reverso de la página de ese periódico y cuando terminé de armar esa persona el mundo quedó arreglado”.

Si usted ha sido herido, Dios dice: “Quiero sanarte”.
Si está confundido Dios dice: “Quiero guiarte”.
Si alguna vez se ha sentido sin ayuda para cambiar algo, Dios dice: “Deseo ayudarte a cambiar eso”.
Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su problema, Dios dice: “Quiero consolarte.”
Si se siente ansioso, preocupado y temeroso, Dios dice: “Quiero ofrecerte paz”.

El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo imperfecto. Eso significa que ninguno de nosotros es perfecto, todos nos hemos equivocado, todos hemos cometido errores. Nos dañamos y dañamos a otros.


La buena noticia es que sin importar el problema del cual necesite recuperarse, los pasos para recuperarse son siempre los mismos. Estos no varían. Los principios para la recuperación se encuentran en la Biblia. Esta es el manual original para la recuperación. HOY HABLARE DELPRIMER PASO PARA QUE USTED SE RECUPERE, y así lo hare por los próximos 8 días, y si usted sigue los pasos , obtendrá excelentes resultados.

EL PRIMER PASO: RECONOCER.


Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.

¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?, ¿Come o bebe más calorías de las que su cuerpo necesita?, ¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?, ¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?, ¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero de todas maneras lo es?, ¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado cuenta de que usted mismo era incontrolable?
Si su respuesta es “sí” a cualquiera de estas preguntas, bienvenido a la raza humana. Todos necesitamos recuperación.

I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: MI NATURALEZA PECAMINOSA

Hago cosas que no son buenas para mí, las hago aun cuando son auto destructivas. Sin embargo, no hago las cosas que son buenas para mí.
Proverbios 14:12 (NVI) dice: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte”.
Usted siempre va a tener esa naturaleza pecaminosa, ese deseo de hacer lo malo. Este permanecerá siempre con usted hasta que llegue al cielo.

El primer paso para la recuperación es que usted entienda la causa de este problema. ¿Cuál es la causa de mi problema? La causa de todos sus problemas es esta: “Quiero ser Dios”. ¿Le gustaría decidir lo que es bueno y lo que es malo? Usted dice: “No quiero que nadie me diga lo que es bueno y lo que es malo; quiero decidirlo por mí mismo. Quiero hacer lo que quiera, quiero hacer mis propias reglas. Quiero vivir a mi manera, No quiero que nadie me diga qué hacer con mi vida”. Eso se llama jugar a ser Dios. Lo que en realidad está diciendo es: “Quiero controlar”. Y Mientras más inseguro sea, más desea controlarse a sí mismo, controlar a otras personas.
Este es el problema más antiguo del hombre.


¿CÓMO JUGAMOS A SER DIOS?






Negando nuestra humanidad y tratando de controlar todo por razones egoístas. Tratamos de controlar nuestra imagen. Deseamos controlar lo que otros piensan de nosotros. No queremos que otras personas conozcan realmente cómo somos. Jugamos, usamos máscaras, pretendemos ser otros, somos falsos, queremos que la gente vea ciertos aspectos nuestros y escondemos lo que no queremos mostrar, y negamos nuestras debilidades y nuestros sentimientos.
No queremos que las personas vean nuestro verdadero yo. Tratamos de controlar nuestros problemas: “Puedo dejarlo en cualquier momento. Lo haré a mi manera”. Pero mientras más trate de arreglar su problema por sí mismo, peor será. Tratamos de controlar nuestro dolor. ¿Ha pensado alguna vez cuánto tiempo desperdicia
Huyendo del dolor? El dolor viene cuando nos damos cuenta, en nuestros tiempos a solas, que no somos Dios y que no podemos controlar nada, y eso nos atemoriza.

¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE JUGAR A SER DIOS?


1. Temor. Cuando trato de controlar todo, me atemorizo. Adán dijo: “Tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí”. Nos atemoriza el que alguien descubra quiénes somos realmente,

2. Frustración. Es frustrante tratar de ser el gerente general del universo.
3. Fatiga. Jugar a ser Dios cansa. Tratar de controlar todo, pretender que todo está bien, negar algo, consume mucha energía. En el Salmo 32, David dice: “Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano ... Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad”.
Si está en un estado constante de fatiga, siempre agotado, pregúntese: “¿De qué dolor estoy huyendo?

4. Fracaso. Cuando trata de jugar a ser Dios, la descripción que hace Proverbios 28:13 (DHH) es una garantía de dónde terminará: “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confiésalos y renuncia a ellos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti”. Necesitamos ser honestos y aceptar nuestras debilidades, faltas y fracasos.
No hay ninguna persona que tenga todo bajo control. Todos somos débiles en diferentes áreas y nos necesitamos unos a otros.
El dolor es el megáfono de Dios. Permite que eso lo mueva a buscar ayuda, ¿Cuál es el nivel de su dolor?
Es una luz de advertencia para usted. Escúchelo.

III. LA CURA





El primer paso en el camino a la recuperación es admitir mi incapacidad. La Biblia dice que al hacerlo encontramos fortaleza. Esta no es una idea popular en la cultura de autosuficiencia, la cual dice: “Levántese por sí mismo, no dependa de nadie más, usted solo puede”. Y lo convierte en una especie de Llanero Solitario. Pero admitir la incapacidad es el primer paso esencial para iniciar la recuperación.
Usted Necesita a otras personas y necesita a Dios.

Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres hechos importantes de la vida. La madurez viene cuando:

1. Reconozco que soy incapaz de cambiar mi pasado. Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el resentimiento del mundo no va a cambiar esa realidad. Soy incapaz de cambiar mi pasado.
2. Reconozco que soy incapaz de controlar a otras personas. Trato, me gusta manipularlos, utilizo toda clase de pequeños trucos, pero no funciona.
3. Reconozco que soy incapaz de hacer frente a mis hábitos, comportamientos y acciones dañinas. Las buenas intenciones no son suficiente. Cuantas veces lo ha intentado, ha fracasado. La fuerza de voluntad no es suficiente. Necesitamos algo más que fuerza de voluntad. Necesitamos a Dios, porque él nos hizo para necesitarle.

Permítame preguntarle, ¿qué aspectos de su vida necesitan cambiar? ¿Qué herida, complejo o hábito ha estado tratando de ignorar? Para muchos este paso será el más difícil, reconocer que sus vidas necesitan cambios. Esto significa ser honesto y afrontar un problema que ha querido ignorar por mucho tiempo. Acompáñeme estos ocho días en este camino a la libertad,

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