martes, 25 de octubre de 2016

¡OJO, CON QUIEN NOS PONEMOS DE ACUERDO!


"Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo". Mateo 18:19

El Señor hace una sorprendente declaración acerca de un principio espiritual muy potente, y este principio es el poder de un acuerdo.

El poder que genera un acuerdo, funciona para el bien, pero también para el mal, este es el caso de los constructores de la Torre de Babel.Génesis 11: 1-9

El versículo 5 declara que Dios descendió para ver la construcción. Nos puede resultar extraño que Dios haya descendido para ver una torre que era el símbolo de una rebelión abierta en contra de él. El punto es este: Dios siempre desciende donde hay acuerdo, ya sea para bendecir o para castigar.

1. TENGAMOS SUMO CUIDADO CON NUESTRAS CONVERSACIONES.





A la inmensa mayoría de los seres humanos nos agrada mucho conversar.
Apenas nos levantamos en la mañana, habrá alguien con quien conversar, y durante todo el día hasta la noche, estamos conversando con alguien.

Las conversaciones crean realidades espirituales, y también decretan, y establecen cosas.

La biblia dice:
Por el testimonio de dos o tres testigos se podrá condenar a muerte a una persona, pero nunca por el testimonio de uno solo. Deuteronomio 17:6

Las conversaciones producen un impacto tremendo en nuestro espíritu, pues tienen el poder de aprisionarnos o liberarnos. Proverbios 6:2

Pensamos equivocadamente que esas conversaciones que hacemos en secreto no afectarán nuestro entorno y nos apoyamos en una falsa seguridad de que después de haber hecho algún comentario en secreto con alguien, todo ha terminado allí, y que no habrá ninguna consecuencia posterior; pero no es así.

La biblia dice:
Así que todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad se dará a conocer a plena luz, y lo que han susurrado a puerta cerrada se proclamará desde las azoteas. Lucas 12:3

No maldigas al rey ni con el pensamiento, ni en privado maldigas al rico, pues las aves del cielo pueden correr la voz. Tienen alas y pueden divulgarlo. Eclesiastés 10:20

LAS CONVERSACIONES CREAN LAZOS.

Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas. Salmos 91:3
La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Proverbios 18:7

2. RESPETEMOS A LOS MÉDICOS, PERO PONGÁMONOS DE ACUERDO CON DIOS


Quiero usar un ejemplo cotidiano para corroborar el poder de un acuerdo: Si tú declaras el síntoma de la gripe diciendo: ¡Parece que me voy a resfriar! Y tu amigo te lo confirma diciendo: Te veo pálido y demacrado, ¿Cuál crees que será el resultado? ¡Gripe!.
Respetemos a los médicos, pero pongámonos de acuerdo con Dios; Muchas veces el diagnóstico de un médico más parece una sentencia de muerte que otra cosa. Ahora bien, no neguemos la enfermedad, pero confesemos salud, pues ella es nuestro derecho legal.

3. NUNCA NOS CONVIRTAMOS EN BUSCADORES DE SIMPATÍA.





Cuando le hablamos a otros de nuestros problemas, generalmente es para obtener su simpatía.

1.- Es curioso, pero la mayoría de la gente se alimenta de la lástima y la simpatía de los demás, hay que vencer esa necedad y esa actitud mezquina.

2.- Entendamos bien, la lástima y la simpatía nunca podrán ayudarnos a que nos sanemos y que los dolores desaparezcan, ya que simpatía, es sólo otra persona sufriendo con uno, pero Cristo no es alguien que sufre contigo, sino alguien que sufrió por nosotros.

3.- Quiero advertirte de un error importante: Muchas oraciones que se hacen por enfermos, consisten solamente en simpatía y lástima, eso nutrirá al peor enemigo que todos tenemos, que es “nuestro yo herido”

Lo que nosotros necesitamos no es un simpatizador sufriendo con nosotros, sino un sustituto que ya ha sufrido por nosotros, JESUCRISTO.

Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotear serpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño. Lucas 10:19

Finalmente, cuando alguien se acerque a nosotros para hablarnos mal de nuestro PAIS, de nuestro PUEBLO O CIUDAD, o de nuestra FAMILIA; al instante cancelemos esas palabras en nuestro espíritu, y determinemos bendecir y nada más que bendecir, cuando conversemos con otros.

La bendición de los justos enaltece a la ciudad, pero la boca de los malvados la destruye. Prov. 11:11

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