martes, 10 de enero de 2017

FORMAS DE SINTONIZAR A DIOS (cuarta parte)

4. DEBO ESCRIBIR.

Debes anotar, escribir las ideas que recibes. Fíjate qué es lo que hizo Habacuc “El Señor me respondió así: ‘Escribe claramente en tablas lo que yo te revele’”. Fíjense cómo evoluciona todo: En el capítulo uno, Habacuc le hace seis preguntas a Dios. Capítulo 2, él espera, se calma, y observa lo que dice el Señor: “Esto es lo que quiero que hagas, escribe claramente lo que yo te revele”. En el capítulo uno él escribe su oración a Dios, y cuáles son sus preguntas para Dios. En el capítulo dos, escribe las respuestas que Dios le da.




¿Qué tiene que ver eso conmigo? Para muchos la vida de oración se ha hecho rutinaria; es aburrida. No les gusta orar porque terminan diciendo las mismas cosas vez tras vez. Están estancados en una zanja y en una rutina.

Solución para salirse de la rutina: Escribe las oraciones tal como las piensas. Cómprate una carpeta o alguna libreta de apuntes, no importa qué, y mientras oras, escribe las oraciones. Este es el hábito espiritual de registrar los acontecimientos diarios de tu vida. Casi todos los personajes cristianos importantes de la historia escribieron su diario privado. Anotaban sus oraciones, lo que le querían decir a Dios y luego esperaban. Y después anotaban las ideas e inspiración que Dios les daba, y lo que Dios les contestaba. Hacer esto tiene muchos beneficios.




Quizá te preguntes, ¿está bien escribir mientras oro? Por supuesto. Si quieres que te dé un ejemplo de un diario espiritual privado, hay un libro entero que es así. Se llama el libro de los Salmos. En casi cada uno de los Salmos, David comienza con una pregunta: “Dios, ¿cómo puede ser que mis enemigos están prosperando y a mí, que estoy tratando de vivir por Ti, no me va bien?” Y luego David espera, y observa, y anota la respuesta de Dios. A eso se le llama los Salmos.

Son muchos los beneficios de comenzar con este hábito de un diario personal. En primer lugar, te ayuda a mantener tu concentración. Le da algo que hacer a tu cuerpo mientras oras. Te hace concentrar. Tu mente no divaga cuando estás anotando lo que estás pensando.




Otro beneficio es que te permite recordar qué le dijiste a Dios y qué es lo que Dios te contestó. No hace falta que aprendas la misma lección vez tras vez. Como la anotaste, puedes volver hacia atrás y repasarla. El tercer beneficio, y hablaremos de esto la semana que viene, es que después te permite poner la idea a prueba. La Biblia dice que no todas las ideas provienen de Dios. Algunas son del diablo, otras de Dios, algunas son de inspiración propia. ¿Cómo las podemos diferenciar? La semana que viene les voy a hablar sobre las seis formas de poner una idea a prueba, pero no debes poner las oraciones e ideas a prueba ni analizarlas mientras oras. Eso arruinaría el espíritu de todo esto. Así que, simplemente debes orar y recibir lo que Dios te quiera decir; anótalo, y más tarde puedes volver hacia atrás, observarla, y ponerla a prueba.

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