Dios es la única y suprema fuente de toda bendición, aun cuando éstas lleguen a nosotros por medio de diferentes canales. También algunas maldiciones proceden de Dios, pero él no es el único origen. En blogs siguientes me referiré a otros orígenes de maldiciones.
Las maldiciones procedentes de Dios son uno de sus principales medios para traer juicio sobre los rebeldes, los incrédulos y los impíos. Por un lado, la misericordia de Dios ofrece su justicia, que él imparte a quienes reciben por fe el sacrificio vicario de Jesús. Y, al mismo tiempo, este sacrifico es también la revelación fundamental de la ira de Dios, derramada sobre Jesús cuando él se identifica con el pecado del hombre. Los cristianos que dudan la realidad del juicio de Dios sobre el pecado, deberían meditar de nuevo sobre el significado de la crucifixión.
Ni siquiera Jesús pudo hacer que Dios aceptara el pecado, sino que tuvo que soportar el pleno golpe de su ira.
Además, en Romanos 11:22, Pablo vuelve a comparar estos dos aspectos en los tratos de Dios: Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.
En Proverbios 26:2 Salomón ponen en claro que siempre hay una razón para cada maldición:
Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa.
Este principio tiene una doble aplicación. Por un lado, una maldición no puede entrar en efecto a menos que exista una causa para ella. Por otro lado, lo opuesto también es verdad. Donde quiera que esté una maldición de por medio, hay una causa para ello.
En Deuteronomio 28: 15, Moisés establece la causa primordial de todas las maldiciones:
La causa de las maldiciones es exactamente opuesta a la de las bendiciones. Las bendiciones vienen de escuchar la voz de Dios y hacer lo que él dice. Las maldiciones vienen por "no" oír la voz de Dios y "no" hacer lo que él dice. Esta negativa de oír y obedecer la voz de Dios puede resumirse en una palabra: "rebelión" no contra un hombre, sino contra Dios.
SIETE INDICACIONES DE UNA MALDICIÓN
La presencia de uno solo o dos de estos problemas no sería necesariamente suficiente, de por sí, para establecer de manera concluyente la presencia de una maldición. Pero cuando varios de estos problemas se presentan, o cuando cualquiera de ellos tiende a repetirse, la probabilidad que sea una maldición aumenta proporcionalmente. En último recurso, sin embargo, es el Espíritu Santo quien puede proporcionar un "diagnóstico" acertado.
1. COLAPSO MENTAL O EMOCIONAL O AMBOS
Las frases correspondientes en Deuteronomio 28 son: locura, herido con locura (28, 34); turbación de espíritu¡ o turbación de corazón (20, 28); corazón temeroso o tristeza de alma (65); desfallecimiento de ojos o desesperación de alma (65).
Los objetivos afectados se describen como el corazón, el alma o la mente. Tales personas no tienen ya pleno control de sus pensamientos, emociones y reacciones. Quizás los "persiga" un espectro interior que continuamente los acosa: "Estás perdiendo el control... No hay esperanza para ti... Tu madre terminó sus días en un manicomio, ¡y sigues tú!"
Las dos palabras claves son "confusión" y "depresión". Estas, casi siempre tienen sus raíces en alguna forma de participación en el ocultismo. Con frecuencia hay actividad demoníaca. En la mayoría de los casos, sin embargo, es necesario lidiar con la participación en lo oculto y revocar la consiguiente maldición antes de poder echar fuera los demonios.
2. ENFERMEDAD REPETIDA O CRÓNICA (ESPECIALMENTE HEREDITARIA)
Las frases correspondientes en Deuteronomio 28 son numerosas: mortandad o que la peste se te pegue (21); tisis o tuberculosis (22); fiebre (22); inflamación (22); úlceras y pústulas incurables (27, 35); tumores (27); sarna o incurable comezón (27); ceguera (28); plagas grandes y permanentes o enfermedades perniciosas y duraderas (59); enfermedades malignas y duraderas (59); toda enfermedad y toda plaga (61).
Esta lista no indica necesariamente que toda forma de enfermedad o dolencia sea el resultado directo de una maldición.
Ocurren, sin embargo, ciertas palabras claves: "plaga, incurable, grande, maligna, permanente, duradera," que sirven como señal de alerta. Ellas crean lo que pudiera llamarse "la atmósfera de una maldición". Sugieren malignidad y fuerzas malévolas obrando.
Otro término muy significativo usado con referencia a ciertos tipos de enfermedad es hereditario. Describe una condición que pasa de una generación a otra. Esta es una de las señales más comunes y más típicas para diagnosticar que hay una maldición actuando.
3. ESTERILIDAD, TENDENCIA DE ABORTAR O PROBLEMAS FEMENINOS RELACIONADOS
La frase clave aquí está en Deuteronomio 28: Maldito el fruto de tu vientre o de tu matriz (18). Esta maldición puede afectar a cualquiera de los diferentes órganos o funciones implicados en la procreación. Estos pueden incluír: incapacidad para concebir; tendencia de abortar; menstruación irregular; falta de ésta; debilitantes dolores menstruales; frigidez; quistes, tumores u otras excrecencias o defectos estructurales que afectan cualquiera de los distintos órganos relacionados con el proceso reproductivo. Muy a menudo esta clase de maldición afecta a familias completas, con el resultado de que todas, o casi todas las mujeres en una familia pueden padecer de problemas de esta clase.
Algunas veces es suficiente sólo revocar una maldición, sin ninguna oración específica de sanidad.
4. DESINTEGRACIÓN DEL MATRIMONIO Y DISTANCIAMIENTO FAMILIAR
En Deuteronomio 28:41 se describe un efecto de la maldición en este orden: Hijos e hijas engendrarás, y no serán para ti, porque irán en cautiverio. Incontables padres de la presente generación han sufrido esta maldición: Han visto a sus hijos e hijas presos de una subcultura rebelde dedicada a las drogas, el sexo ilícito, la música satánica y toda forma de ocultismo.
En Malaquías 4:5-6 el profeta pinta un grave cuadro de las condiciones en el mundo justamente antes que termine esta era:
He aquí, yo os envío al profeta Elias, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.
Malaquías describe una fuerza diabólica alejando a los padres de los hijos y produciendo una ruptura en las relaciones familiares. A menos que Dios intervenga, advierte, esta maldición que está destruyendo la vida familiar, se extenderá en toda la tierra, trayendo consigo el desastre.
Malaquías puso su dedo en los problemas sociales más apremiantes de nuestra cultura contemporánea. Necesitarnos mirarlos como el fruto de una maldición, responsable de los sufrimientos de tantos hogares destrozados, matrimonios
Deshechos y familias desintegradas.
No obstante, para quienes acepten el consejo de Dios, la situación no es desesperada. Hay un remedio. Primero, debernos enfrentarnos a la realidad que hay una maldición operando.
Después, debemos dar los pasos indicados en la Escritura para revocar la maldición y liberar a los cautivos. He visto familias transformadas y restauradas por estos medios.
5. CONTINUA INSUFICIENCIA ECONÓMICA
Dos frases relacionadas en Deuteronomio 28 son: Maldita tu canasta y tu artesa de amasar (17); Y No serás prosperado en tus caminos o fracasarás en todo lo que emprendas (29).
Sin embargo, todo el poder de esta maldición aparece presentado más gráficamente en los versículos 47-48:
Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas la cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos que enviará Jehová contra ti, con hambre y con sed y con desnudez, y con falta de todas las cosas
Tomados en conjunto, los versículos 47 y 48 apuntan a una simple conclusión: la prosperidad es una bendición, y la pobreza, una maldición. .
A través de los siglos, sin embargo, se ha extendido la tradición dentro de la Iglesia cristiana que la pobreza es una bendición. Ciertamente Dios tiene gran compasión por los pobres, y los cristianos deben tener la misma actitud y estar dispuestos a hacer grandes sacrificios personales en favor de ellos. Pero la Escritura jamás sugiere que Dios "inflige" la pobreza como una bendición sobre su pueblo creyente. .
Al respecto, la revelación del Nuevo Testamento armoniza con la del Antiguo. En 2 Corintios 9:8 Pablo resume la abundancia de la provisión de Dios para los cristianos: y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
No sería bíblico, sin embargo, interpretar la pobreza y la abundancia como normas materialistas de la civilización occidental contemporánea. En Juan 6:38 Jesús revela la motivación de su vida sobre la tierra: Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. La motivación del discípulo tiene que ser la misma de su maestro: "hacer la voluntad de Dios".
Es desde esta perspectiva que se definen la "pobreza" y la "abundancia". La pobreza es tener menos de todo lo necesario para hacer la voluntad de Dios en su vida. Mientras mayor sea la brecha entre lo que uno necesita y lo que tiene, tanto mayor es el grado de pobreza. La abundancia, por otro lado, es tener todo lo necesario para hacer la voluntad de Dios... y algo más para dar a los demás. Dios no nos proporciona abundancia para que la despilfarremos en satisfacer nuestros deseos carnales, sino "para toda buena obra", o sea, para compartir con otros las bendiciones de la gracia que han enriquecido nuestra vida.
6. "PROPENSIDAD A LOS ACCIDENTES"
Esta frase describe a la persona que es antinaturalmente propenso a sufrir accidentes personales. Deuteronomio 28 no hace mención específica a esto, aunque se sugiere en la frase "y palparás a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad" (29).
Un efecto característico de esta maldición se puede ver en lo que se llaman accidentes "extraños". Algunas personas conducen bien, y sin embargo, tienen muchos accidentes automovilísticos. En la mayoría de los casos, quizás, sea culpa del "otro conductor".
No obstante, los accidentes siguen ocurriendo. Un comentario típico que identifica a esta clase de persona sería:
"¿Por qué me sucede siempre a mí?"
7. UNA HISTORIA DE SUICIDIOS Y MUERTES PREMATURAS O ANTINATURALES
Las referencias en Deuteronomio 28 a la muerte prematura o antinatural son demasiado numerosas para relacionarlas.
Una maldición que toma esta forma afecta no sólo a un individuo sino a un mayor grupo social, como una familia o una tribu. También es normal que continúe de una generación a otra. Muchas culturas diferentes han reconocido una fuerza actuando en la historia humana que persigue inexorablemente a los miembros de una familia o clan hasta que al fin los destruye.
Con frecuencia la gente que es afectada por este tipo de maldición experimenta un fuerte presentimiento. Siente que en su camino hay algo tenebroso y maligno, pero no sabe cómo evitarlo. Un comentario típico pudiera ser: "Bueno, le sucedió a mi padre y supongo que sigo yo en la lista".
Un síntoma común de una maldición de esta clase es que la gente fije la fecha de su propia muerte. Puede ser que diga:"Sé que no viviré para cumplir los cuarenta y cinco".
La lista anterior de siete síntomas de una maldición de ninguna manera es exhaustiva. Pudiera añadirse otros ejemplos.
Sin embargo, probablemente usted ha leído ya lo suficiente como para hacer un análisis de su situación.
Hay varias reacciones posibles. Pudiera, por ejemplo, no abrigar más dudas acerca de la naturaleza de su problema.
Usted ha identificado con claridad uno o más síntomas de una maldición que se aplican a su vida o a la de su familia.
Este tema está en desarrollo, y continuara en las siguientes publicaciones de este blog
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