1. DEBO CREER QUE DIOS TIENE INTERÉS EN LOS DETALLES DE MI VIDA.
Mateo 6:31-32 dice: “Así que no se preocupen diciendo: '¿Qué comeremos?' o '¿Qué beberemos?' o '¿Con qué nos vestiremos?' . . . el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan”. Ese versículo me resulta asombroso porque dice que Dios se interesa por lo que yo visto. Dios se interesa por lo que bebo y lo que como. Se interesa por cada detallito de mi vida. Dios se interesa más en los detalles de tu vida que tú mismo, porque Él te creó. Hasta que llegues a comprender eso, no vas a venir a Dios a hacerle preguntas sobre los detalles de tu vida porque seguro que dices: “No lo quiero molestar a Dios”. Él se interesa porque es tu Padre celestial y te creó. Está mucho más interesado de lo que tú crees.
2. DEBO HACER PREGUNTAS ESPECÍFICAS A DIOS.
Cuando buscas la guía de Dios, hazle preguntas específicas. Cuanto más específica es la pregunta, mejor te la puede contestar Dios. En lugar de decir: “Dios, ¿quieres decirme algo?”, dile: “Dios, ¿qué piensas sobre . . .?” “¿Cuál es el próximo paso?” “¿Qué debo hacer aquí?” “¿Cómo debo hacerlo?” En el Nuevo Testamento Dios dice más de veinte veces: “Pide”. Dice: “Pide . . . Busca . . . Toca . . .”. Dice la Escritura: “El que desee saber lo que Dios espera de él,
pregúntele al Señor. Él con gusto le responderá”. Santiago dice que no tenemos porque no pedimos.
Dios quiere que pidas consejo. Él está a la espera y está dispuesto. Quiere que pidas consejo sobre tus relaciones, sobre tu carrera, sobre tu salud, sobre tus finanzas. Está ansiosamente esperando hablarte. Así que debes pedir, y creer que Él tiene interés en los detalles.
3. DEBO CREER QUE DIOS DESEA RESPONDERME.
Dice en Santiago 1:5-6: “ . . . (Dios) siempre está dispuesto a conceder sabiduría en abundancia a los que la solicitan; ¡Y la da sin reproches!. Ah, pero hay que pedirla con fe . .”.
Subrayen “hay que pedirla con fe”. Dios está más dispuesto a hablarte a ti, que tú dispuesto a hablarle a Él. Recuerda que Él intentó captar la atención de Samuel cuatro veces. Cuando uno realmente espera respuestas a su oración, entonces se pone a orar. Y cuando uno se pone a orar, entonces realmente recibe respuestas.
Cuando vienes a Dios, debes hacer un pedido específico y preguntarle cómo desea Él manejar la situación, y debes esperar la respuesta. En el capítulo 1 del libro de Habacuc, él le hace seis preguntas específicas a Dios. Luego en el capítulo 2 espera, escucha a Dios contestarle, y anota lo que escucha. “Me subiré a la torre de vigilancia y esperaré para ver qué me indica el Señor.
El Señor me repondió así: ‘Escribe lo que yo te revele.’”.
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