DEBO APARTAR TIEMPO PARA ESCUCHAR.
Debo hacerme el tiempo para escuchar a Dios. Planeamos para todo lo demás en la vida: vacaciones, citas con el dentista, salidas, tareas de escuela, para todo. ¿Pones en tu lista un tiempo para Dios? ¿O le das a Dios sólo las sobras?
La segunda razón por la cual muchos nunca escuchan a Dios es porque andamos siempre con demasiada prisa.
Cuando vivimos de manera apresurada, nuestra relación con Dios lleva las de perder, lo dejamos para lo último. Le damos las sobras de nuestro tiempo. El resultado es que no oímos lo que Dios nos quiere decir.
V. 6: “Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad”. V. 13 “Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba”.
Tal como el camino endurecido representa la mente cerrada, la tierra no profunda representa la mente superficial, sin profundidad. Jesús está diciéndonos que esto representa al oyente superficial de la palabra de Dios. La palabra crece rápidamente y lo entusiasma pero no permanece. Cuando las cosas se ponen candentes y llegan los problemas, se marchitan y caen. Nosotros hacemos lo mismo.
¿Por qué es que no experimentamos cambios? La Fuerza Aérea de EEUU hizo un estudio y descubrió que olvidamos del 90-95% de todo lo que oímos en un lapso de 72 horas. Un lápiz corto llega más lejos que la memoria más larga. Si no tomas apuntes, te olvidas de todo. Si te lo olvidas, no puedes ponerlo en práctica.
El versículo dice que el segundo tipo de personas, versículo 13: “...reciben la palabra con alegría [subrayen eso] cuando la oyen, pero no tienen raíz”. En otras palabras, no la retienen.
Está diciendo que uno puede emocionarse sin transformarse. Necesitamos anotarla en una libreta o en una carpeta con apuntes de sermones; cuando estamos en un estudio bíblico, debemos tomar notas. Luego debes revisar todo eso en forma habitual para no tener que aprender la misma lección una y otra vez.
Aparta tiempo para escuchar a Dios. Dile: “Dios, voy a pasar contigo 10 minutos, 15 minutos, 20 minutos por día”. No es cuestión de cantidad de tiempo. Sólo debes comenzar, y luego cada día pasas tiempo a solas con Dios y le dices: “Bien, Dios, ¿y ahora qué? ¿Cuál es el próximo paso en mi carrera? ¿Cuál es el próximo paso en mi matrimonio? ¿Cuál es el próximo paso en mi familia?”
DIOS NO TE PUEDE HABLAR A MENOS QUE TE DESACELERES.
DEBES CULTIVAR UNA MENTE ABIERTA Y APARTAR TIEMPO PARA ESCUCHAR.
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