DEBO ELIMINAR LAS DISTRACCIONES.
Muchas veces no podemos oír a Dios porque nuestras mentes están llenas de otros pensamientos.
Tenemos las mentes llenas de otros asuntos del diario vivir, preocupaciones, planes, metas, ambiciones, cuentas, todos estos distintos tipos de cosas. Cuando nuestra mente está ocupada y siempre pensando y nunca dándole a Dios la oportunidad de que nos hable en quietud, Dios no puede comunicarse.
Muchas veces Dios ha querido hablarte pero la línea está ocupada. Muchas veces Dios ha querido hablarle a tu vida pero el teléfono estaba descolgado, y a Dios no se lo pone en espera.
Debes hacer tiempo. Cuando estás demasiado ocupado (y hay muchas cosas que son buenas pero que te pueden distraer), estás demasiado ocupado para escuchar a Dios.
En el V. 7 Jesús dice: “Otra parte cayó en medio de los espinos [malezas] y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.” V. 14: “La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran”.
El tercer tipo de terreno donde el labrador arroja semillas, el terreno con malezas, representa la mente preocupada. Estamos abstraídos. La semilla germina y crece pero se ve ahogada por las malezas, antes de que pueda dar fruto.
¿A qué se debe que tanta gente viva una vida improductiva? A veces hablo con gente de 30, 40, 50, y aun 60 años, que dice: “No sé qué es lo que debo hacer con mi vida”. Eso me indica algo:
Que no estás pasando buen tiempo con Dios. El propósito de Dios no fue que anduvieras por ahí malgastando tu vida. Si pasaras tanto tiempo hablándole a Dios sobre tu vida, como lo haces preocupándote por la misma, tendrías mucho menos cosas por las que preocuparte. Dios no está jugando jueguitos contigo. Él tiene un plan y un propósito para cada vida, pero no vas a saber cuáles son si te pasas el tiempo mirando novelas o escuchando radio. Debes pasar tiempo con Dios.
Nos distraemos y permitimos que todo y todos empujen y alejen a Dios de nuestras vidas. Nunca se te ocurra confundir actividad con productividad. Algunos lo que en realidad hacen es estar dando vueltas. No han descubierto para qué los puso Dios aquí. ¿Por qué? Porque no están hablándole ni permitiendo que Él les hable a ustedes. Deben deshacerse de las distracciones.
Jesús dice que las distracciones son como la maleza. Nos da tres ejemplos.
Primero, que las preocupaciones pueden distraerte e impedirte que oigas a Dios hablar. Uno no puede orar y preocuparse al mismo tiempo. Las preocupaciones son los problemas y presiones del diario vivir. Cuando estás preocupado no puedes oír lo que Dios te quiere decir. Estás preocupado, distraído.
Segundo, Las riquezas pueden ser una maleza en tu vida. Podemos estar tan ocupados en ganar dinero (no importa si es mucho o poco), que no tenemos tiempo para Dios. Tan ocupados en ganarnos la vida, que en realidad no vivimos.
No gozamos de la vida como debemos. Nos levantamos a la mañana y vamos a trabajar.
Trabajamos mucho para pagar las cuentas, y para llegar a tener lo que tienen nuestros vecinos y mantener ese nivel, y luego nos caemos en la cama a la noche, nos levantamos a la mañana siguiente y hacemos lo mismo. Dios se queda afuera. Dios recibe las sobras de tu vida. En tu afán por ganar mucho dinero te puedes olvidar de Dios.
Tercero, los placeres. Los placeres no tienen nada de malo. ¿Quién crees que te dio la capacidad de disfrutar del placer? Dios. Dios ideó la diversión que hay en la vida. Dios te dio los sentidos, y la capacidad, y el sentido del tacto para que disfrutaras del placer. Dios desea que disfrutes de los placeres. Pero dice que puedes estar tan ocupado divirtiéndote que te olvidas de Él. Cuando la recreación reemplaza el culto a Dios . . . : “¡Estamos en vacaciones! Creo que no voy a ir a la iglesia este fin de semana . . . No voy a ir al estudio bíblico . . . Estamos en vacaciones así que no me voy a tomar momentos de quietud”. ¿De quién te estás tomando vacaciones? ¿De Dios? Puedes estar muy ocupado divirtiéndote (y Dios quiere que te diviertas) pero cuando eso se hace lo más importante en tu vida, adivina quién queda de lado.
Hay muchos distintos tipos de maleza. Puedes hacer tu propia lista de cosas que tienden a dejar a Dios afuera. Puede ser una relación, una responsabilidad . . . cualquier cosa. La maleza es todo aquello que me distrae e impide que haga tiempo para estar con Dios, que tome asiento para estar en silencio y orar y decir: “Dios, ¿hay algo que me quieras decir hoy?” Algunos días te dirá algo, otros no. Pero debes tener la línea libre para que así pueda hablarte.
Cuando descuido mi tiempo a diario con Dios, cuando dejo de asistir a mi grupo, cuando no voy a los momentos de adoración a Dios que paso junto a otros cristianos, no voy a los estudios bíblicos, cualquiera de esas cosas, comenzarán a crecer malezas en mi vida y la Biblia dice que van a ahogar mi vida espiritual. Voy a perder el gozo, la paz, el propósito, mi tranquilidad, mi capacidad de manejar el estrés, etc. La maleza sofocará tu vida, y va a aparecer simplemente por descuidar tu tiempo con Dios.
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