En tiempos de gran peligro, cuando Dios ha sido olvidado por los seres humanos, cuando la religión insípida e idolátrica remplazaba a Dios,cuando los principios y valores son ridiculizados y lo que se exalta es la blasfemia, cuando los que servían al Señor, se vendieron al mejor postor, cuando quienes gobiernan ya no buscan el bien de sus gobernados sino que su único objetivo es saciar sus propios deseos egoístas, en tiempos de gran apostasía, cuando el peligro se respira en el fresco de la mañana, pero también en la tibieza de la tarde y la noche es insegura.
En tiempos así, así como estos, vivió hace muchos años Elías, un profeta de Dios impresionante, un hombre valeroso como muy pocos hoy, un hombre que se levantó para ponerse del lado del Señor Dios, y para denunciar la maldad de los que gobernaban y su corrupción y la decadencia moral y espiritual de quienes dirigían el culto. Pero estaba solo, nadie más se levantaba para decir nada, nadie denunciaba el pecado que se había apoderado de la nación. todos parecían idiotizados, muchos sabían lo que estaba pasando y sufrían las consecuencias, la estaban pasando muy mal, había hambre, muertes por todos los lados, un tirano los gobernaba, y aunque es muy posible que en sus casas renegaran de la situación, que les rechinaran los dientes de rabia reprimida, nadie se atrevía a hablar, nadie se levantaba para decir, ¡no más!, ¡basta ya!, tenían miedo, se acobardaron, el terrorismo había entrado en sus corazones y ahora renunciaban a sus creencias, renunciaban a su libertad, acobardados, castrados en su opinión, solo podían repetir lo que los que estaban en el gobierno decían, adorar lo que los que estaban en el gobierno adoraban.
Era tal la situación que Elías se sentía solo, tanto que llego a pensar que nadie más creía en Dios en toda la nación, y se quejó con Dios y le dijo: solo yo he quedado en Israel, pero para sorpresa suya, Dios le respondió " 1 Reyes 19: 18 Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron". ¿7000? ¿Dónde estaban?, nadie sabía de ellos, Elías se sentía solo, nadie lo alentaba, todos apoyaban lo que les dictaba su cobardía, y los que creían en Dios solo callaban, aumentando el poder del mal.
En algún lugar alguien dijo "Basta que un ejército de gigantes duerma para que un puñado de enanos se levante con la victoria", la mala gente logra, se impone, alcanza y gobierna, porque la buena gente, permanece pasiva, la buena gente no quiere molestar a nadie y termina haciendo mucho mal, día a día se escucha a los buenos quejarse tras bambalinas de la situación pero luego se identifican con los que los oprimen, gente buena, buena gente.
les dejo estas frases para reflexionar.
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