La culpa nos mantiene estancados en el pasado. Nos aleja del crecimiento, de llegar a ser todo lo que Dios quiere que seamos. Si usted va a aprender cómo disfrutar de la vida realmente, tiene que aprender a soltar la culpa. La verdad es que ninguno de nosotros es perfecto, Todos tenemos pecados, todos hemos cometido errores, por lo que todos tenemos algo de que arrepentirnos. Todos tenemos remordimientos. Todos tenemos cosas que desearíamos haber hecho de una manera diferente, pero no lo hicimos.
Si usted realmente se va a recuperar de las heridas, hábitos y complejos en su vida, tendrá que aprender cómo soltar la culpa, cómo vivir con una conciencia clara. La buena noticia es que este paso es la llave que abre la puerta al descanso. Si usted da los pasos del procedimiento que le compartiré a continuación, podrá experimentar lo que el Salmo 32:1-2 dice: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño”.
LA RAZÓN PARA DAR ESTE PASO ES LO QUE LA CULPA HACE EN NOSOTROS
1. La culpa destruye mi confianza. La culpa lo hace sentirse inseguro porque siempre está preocupado:
“¿Qué ocurrirá si alguien lo descubre? ¿Qué pasará si alguien realmente sabe la verdad sobre mí? Entonces quizás no les agrade, puede que me rechacen, que no sea tan bueno como les parezco. Obviamente, Dios lo conoce, pero nadie más lo conoce, y eso lo hace llevar un peso muy grande. Y ese peso de la culpa le roba la confianza.
2. La culpa daña completamente mis relaciones. La culpa hace que responda a las personas en forma inadecuada. Nos puede hacer impacientes con otras personas. Puede causar que reaccionemos con ira. La culpa puede causar que consienta y satisfaga a otras personas. “Me siento culpable en esta relación por lo que voy a comprarle muchas cosas”. La culpa puede hacer que evite el compromiso en las relaciones. Muchos de los problemas matrimoniales de hoy en día son causados por cosas que sucedieron anteriormente en el matrimonio y de las cuales el cónyuge se siente culpable. Y tales cosas siguen causando problemas hoy día.
3. La culpa me mantiene estancado en el pasado. Se parece a manejar siempre mirando por el espejo retrovisor. La persona que lo hace terminará chocando. La culpa no puede cambiar el pasado así como la preocupación no puede cambiar el futuro. Lo único que hace es que el día de hoy sea un día miserable. Y además de eso, lo puede enfermar.
Por lo tanto, tiene que saber cómo dar estos pasos.
CÓMO DAR ESTE PASO
1. Hacer un inventario personal y moral. Esto significa que usted se aparta, consigue un lápiz y un cuaderno de apuntes, se sienta y dice: “¿Qué está mal en mí? ¿De qué me he sentido culpable? ¿De qué me he arrepentido? ¿De qué me he sentido resentido? ¿Cuáles son las fallas en mi vida que sé que necesitan cambios?” Y le pide a Dios que le ayude. Le pide que traiga a su mente las cosas sobre las cuales se siente culpable de forma consciente y aquellas otras sobre las que inconscientemente se siente culpable; que no conoce, pero que están arruinando su vida. Lamentaciones 3:40 dice: “Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor”. Dios dice que necesitamos examinar nuestras vidas y luego orar y pedirle a él que nos ayude. “Señor, estoy sentado aquí, tengo mi lápiz y papel, tú solamente tráelo a mi mente”. Cuando haga este inventario moral, necesitará tomarse su tiempo. No se apresure.
¿Por qué escrito? Porque esto le exige ser específico. Los pensamientos se aclaran cuando se expresan a través de los labios y los dedos. Eso significa que si he pensado en algo y lo puedo decir y lo puedo escribir, lo tengo realmente claro. Si no puedo decirlo o escribirlo, todavía es bastante vago.
2. Aceptar la responsabilidad de mis faltas. Proverbios 20:27 dice: “El espíritu humano es la lámpara de Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser”. El obstáculo más grande para la sanidad de mis complejos soy yo mismo. El mayor obstáculo para la sanidad de sus problemas es usted. Comience por ser radicalmente honesto y diga: “El problema soy yo. Si cambiara de amigos, de trabajo, o solamente cambiara de ciudad, de domicilio, todo estaría bien. El único problema es que donde sea que vaya, yo estaré allí. Y seguiría arruinándolo todo”. Por lo tanto, acepte la responsabilidad de sus faltas. No racionalice. No diga: “Sucedió hace mucho tiempo”. “Es solamente una etapa”. “Todos lo hacen”. No lo racionalice. No lo minimice. No diga: “No es para tanto”. Si no es para tanto, ¿por qué todavía lo recuerda luego de veinte años? ¡Y en verdad lo recuerda! No lo niegue. No culpe a otros. No diga: “La culpa es casi toda de ellos”. Puede que sea casi toda de ellos, pero Dios lo hace a usted responsable por el diez por ciento que es culpa suya. Puede que haya sido mayormente la culpa de otros, pero, ¿qué de ese diez por ciento? Admita que lo hizo. Haga un inventario moral y luego examine esa lista y diga: “Sí, ese soy yo. Acepto la responsabilidad de mis faltas”.
3. Pedir perdón a Dios. En 1 Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. Si libremente lo admitimos, Dios nos perdonará. ¿Cuál es la forma correcta de pedirle perdón a Dios? ¿Cómo hago esto?
CÓMO OBTENER EL PERDÓN DE DIOS
Primero, no suplique. No tiene que suplicar a Dios que le perdone. De antemano, él quiere perdonarle. Dios quiere perdonarle más de lo que usted desea pedirle perdón.
Segundo, no negocie. No diga: “Si tan solo me perdonas, nunca haré esto otra vez”. Si esa es su área de debilidad, probablemente esté fingiendo. No tiene que negociar con Dios para obtener su perdón.
Tercero, no soborne. No diga: “Dios si me perdonas, te prometo hacer muchas cosas buenas.
Solamente crea. Crea que él le perdonará. Cuando libremente admita que ha pecado, descubrirá que Dios es completamente confiable. Él perdona nuestro pecado y nos limpia completamente de toda maldad.
Lo fundamental para el perdón es que Dios es completamente confiable. Es la naturaleza de Dios. Pero usted dice: “Si hago esa lista, ¡usted no sabe lo que va a estar en esa lista! Y nunca podré ser perdonado por eso”. Pero está equivocado. No hay pecado demasiado grande. Isaías 1:18 (DHH) dice: “Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve”.
4. Admitir mis faltas a otra persona. Dios dice que esto es absolutamente esencial para su recuperación. Santiago 5:16 dice: “Confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados”. ¿Cómo somos sanados? Admitiendo nuestras faltas unos a otros. ¿Por qué tengo que involucrar a otra persona en esto? Porque la raíz de nuestro problema es relacional. Nos mentimos unos a otros. Nos engañamos unos a otros. Somos deshonestos unos con otros. Nos ponemos máscaras. Pretendemos tener todo bajo control. Pero no es así. Negamos nuestros verdaderos sentimientos y jugamos. Eso nos aísla unos de otros e impide la intimidad.
Terminamos viviendo con vergüenza y eso nos hace inseguros. Pero lo sorprendente de esto es que cuando se arriesga a ser honesto con una persona, de repente este sentimiento de libertad viene a su vida. Se da cuenta de que todos tienen problemas y a menudo tienen los mismos que usted tiene. Usted lo debe admitir a una persona.
Todos necesitan a una persona, una persona en la vida con la que pueda ser totalmente honesto. ¿Por qué? Hay algo terapéutico en esto. Es la forma de Dios para liberarnos. ¿Simplemente salgo y anuncio mis pecados a todo el mundo? No. Decirlo a la persona incorrecta puede ser un gran problema.
¿A quién se lo digo?
1. A alguien en quien confíe. Alguien que pueda mantenerlo en secreto, que no sea un delator y que tenga reputación de ser confiable.
2. A alguien que entienda el valor de lo que está haciendo.
3. A alguien que sea suficientemente maduro y que no se vaya a escandalizar.
4. A alguien que conozca al Señor lo suficientemente bien como para reflejar ante usted su perdón. Puede ser a un pastor, a un amigo cercano en quien confíe o a un consejero cristiano.
¿Qué tengo que decir?
Encuentre un lugar seguro, haga la lista de su inventario moral y diga: “Solamente necesito a alguien que me escuche. Aquí hay unas cosas que sé que están mal en mi vida, esto es lo que he hecho, esto es lo que he sentido. Estos son los hábitos, las heridas, los complejos”.
Recuerde, sea específico. El secreto que más quiera ocultar, ese es el que más necesita revelar, porque es el que le sanará para que pueda así experimentar la gracia de Dios.
¿Cuándo tengo que hacerlo?
Tan pronto como sea posible. No postergue. Quizás todavía no esté listo para dar este paso. Está bien. Usted solamente necesita un poco más de dolor. Luego Dios lo tendrá dispuesto, y una vez que esté preparado, dará este paso. Pero hágalo tan pronto como pueda.
5. Aceptar el perdón de Dios y perdonarme a mí mismo. Romanos 3:23-24 dice:
“Todos han pecado”. Todos estamos en el mismo barco. Nadie es perfecto. Todos hemos estropeado algo. Todos hemos cometido errores. Esto no se trata de que alguien sea más correcto que otro.
Todos tenemos diferentes problemas, solo que en áreas diferentes.
¿Qué sucede cuando doy este paso? ¿Cómo perdona Dios?
1. Dios perdona instantáneamente. No espera. En el momento en que usted da este paso, es perdonado.
2. Dios perdona libremente. Él quita libremente nuestros pecados. Usted no se lo merece, no se lo ganó, no puede trabajar por obtenerlo. Es gratis.
3. Dios perdona completamente. Él lo cancela. “No hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”.
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